El psicólogo conductista J. B. Watson creía
firmemente que el ser humano no nace, se hace. Es decir, que utilizando
refuerzos y castigos, puedes moldear la personalidad de un individuo a tu
antojo. Su frase más famosa es esta:
“Dadme una docena de niños sanos, bien formados, para que los
eduque, y yo me comprometo a elegir uno de ellos al azar y adiestrarlo para que
se convierta en un especialista de cualquier tipo que yo pueda escoger
-médico, abogado, artista, hombre de negocios e incluso mendigo o ladrón-
prescindiendo de su talento, inclinaciones, tendencias, aptitudes, vocaciones y
raza de sus antepasados”
Para demostrar sus teorías Watson no dudó en experimentar con un
niño de nueve meses, el pequeño Albert. Al tiempo que se le
mostraba un objeto blanco (estímulo neutro) se hacía sonar detrás de su cabeza
un ruido muy fuerte (estímulo incondicionado) que tenía como consecuencia el
llanto del niño (respuesta incondicionada). Poco a poco, cualquier objeto
blanco (estímulo condicionado) producía el llanto (respuesta condicionada) en
el pequeño Albert. Más adelante generalizó su fobia a los objetos blancos y
lloraba al ver un perro, lana, un abrigo…
Aquí tienes un
vídeo del experimento de Watson con el pequeño Albert:
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